sábado, 23 de agosto de 2025

Hispania 2

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Saliéndonos del mundo literario, vamos a irnos a Lusitania, a Emerita Augusta. En torno al año 104 nació Cayo Apuleyo Diocles, el mejor auriga de la historia del mundo romano. Tuvo una carrera muy larga, en la que participó en las carreras durante 23 años, y su palmarés es impresionante: corrió 4.257 carreras, obteniendo el primer puesto en 1.462 y consiguiendo el segundo o tercer lugar en 1.438. Esto demuestra lo tremendamente regular que fue en los 23 años que corrió. Se retiraría a los 42 años después de haber ganado una verdadera fortuna de casi 36 millones de sestercios, convirtiéndolo, posiblemente, en el deportista mejor pagado de la historia. Siendo realmente muy difícil adaptarlo a la inflación de la actualidad, hay quien ha calculado que al cambio serían 15.000 millones de dólares, una cantidad exorbitante para una sola persona. Iría a vivir a Preneste, en una zona rural y tranquila, donde moriría llevando una vida familiar alejado de la fama.

Sus admiradores colocaron una lápida en el Circo de Nerón, actual Vaticano, donde se relatan sus inigualables logros deportivos, y otra inscripción en una estela bajo su estatua, colocada por sus hijos en el Templo de la Fortuna Primigenia de Praeneste, donde pone: “Presente ofrecido a Fortuna Primigenia por Cayo Apuleyo Diocles, el primer auriga del equipo rojo, hispano de nación. Sus hijos Cayo Apuleyo Nimfidiano y Nimfidia”. Aunque nunca volviese a Hispania, que se sepa, nunca olvidó sus raíces y hasta su muerte seguiría sintiéndose hispano.

C(AIO) APPVLEIO DIOCLI
AGITATORI PRIMO FACT(IONE)
RVSSAT(O) NATIONE HISPANO
FORTVNAE PRIMIGENIAE
D(onVm) D(edit)
C(aius) APPVLEIVS NYMPHIDIANVS
ET NYMPHYDIA FILII

Estos hispanos serían solo una muestra de los más destacados, en la que muchos otros les seguirían, desplazándose a Roma para hacer carrera. En esta Hispania tan romanizada daba un poco igual de dónde procedieras, siempre que tuvieras talento o pertenecieses a alguna familia aristocrática local. Fueron muchos los hispanos que destacaron también como declamadores, sobre todo en torno a los Sénecas, que eran los ciudadanos con contactos o conocimientos jurídicos que interponían una querimonia, que era una queja formal ante las autoridades imperiales, contra las acciones de un funcionario público o magistrado que, a su juicio, había actuado de manera negligente, deshonesta o ilegal. Las querimoniae eran un mecanismo legal establecido por el emperador Constantino I en el siglo IV d.C. para garantizar el cumplimiento de las leyes, la fidelidad del personal burocrático y la estabilidad política en una época de conflictos civiles. De estos hispanos declamadores, Séneca publicó una lista donde nombra a 24, el segundo grupo más numeroso después de los griegos. Algunos de los más conocidos fueron Abronio Silón, también un gran poeta; Clodio Turrino; Junio Galión, gran orador que llegó a procónsul; y Porcio Latrón, un gran rétor que abrió una academia de declamadores que contaba con alumnos de la talla de Ovidio. También tenemos a Sextilio Ena, el primer poeta de Corduba que se conoce. Vivió en el siglo I a.C. y, aunque no se conserva casi nada de su obra, se sabe que obtuvo mucha importancia y quizá fuera una fuente de inspiración para la Farsalia de Lucano.

Podemos destacar también a LucioCornelio Balbo el Mayor, que nació en Gades sobre el 97 a.C. Fue el primer cónsul no nacido en Italia y también muy amigo de Julio César, quien lo llevaría en las guerras de las Galias. Luego se uniría al bando de Octaviano, donde se le premiaría su lealtad y trabajo, y acabó llegando a ser pretor y cónsul romano, algo impresionante para un provincial en esa época.

También destacó su sobrino Lucio Cornelio Balbo el Menor como un excelente militar, siendo nombrado procónsul de África, donde consiguió una gran victoria con las tribus saharianas, llevando un gran botín a Roma y siendo el primer general no itálico en conseguirlo; por su gran gesta fue premiado con un triunfo. Hizo una verdadera expedición a lo desconocido con 10 000 legionarios, digna de una película, partiendo de Sabratha, cerca de Trípoli, adentrándose en el desierto del Sahara para derrotar a los garamantes en la ciudad de Fezzan y enviando a un grupo a explorar las "tierras de leones" situadas más al sur, atravesando las montañas de Ahaggar, en el sur de Argelia, para acabar descubriendo un enorme río que posiblemente fuese el Níger en la región de Mali, donde se han llegado a encontrar monedas romanas y cerámicas latinas. Imaginad el viaje para alguien de la época, atravesando territorios completamente desconocidos para acabar llegando a un lugar tan remoto como culturalmente extraño para un romano, situado a más de 4200 kilómetros: ¡una hazaña muy épica!

Como caso paradigmático tenemos a Cayo Julio Higino, a quien Julio César trae como esclavo. Aunque destacó pronto por su inteligencia, siguió las enseñanzas del erudito griego Alejandro Polihístor. Al morir Julio César, se fue con Octaviano y tanto debió de destacar que lo fue promocionando hasta llegar a trabajar en la Biblioteca Palatina, y llega a hacerse amigo de Ovidio. Tan valorado estuvo que Octavio lo nombra liberto y no solo eso, sino que le da el nombre de Julio, con lo que lo acepta en su propia familia. No nos ha llegado mucho de sus escritos, aunque se sabe que escribió sobre las familias de Troya. También escribió sobre agricultura (citado por Columela), las abejas, astronomía y muchas fábulas. Una gran vida de estudio y superación.


Un gran autor de origen turdetano es Lucio Cornelio Boco. Vivió en el siglo I en Salacia, actual Portugal. Perteneció a una gran familia y tuvo una excelente carrera política local, muy celebrada por sus habitantes. Fue autor de muchas obras sobre historia natural, geografía y de crónicas históricas turdetanas anteriores a él. Por desgracia, estas se han perdido y solo tenemos algunas referencias hechas por Plinio el Viejo, que usó su trabajo para sus obras; Solino y hasta por Estrabón.

De Corduba se conoce también a varios hispanos que hicieron una destacada carrera política y militar, como Lucio Antistio Rústico. Vivió durante el siglo I, llegó a senador en la época de Nerón, siendo nombrado tribuno militar en Britania, donde destacó con brillantez y fue condecorado. Fue pretor senatorial, comandó la Legión VIII Augusta en la Germania Superior en Argentoratum, la actual Estrasburgo. Llegó a gobernador de la Bética como procónsul en el año 83. Volvió a Roma y ocupó el cargo de prefecto del erario, un alto cargo responsable de la administración del Tesoro Público. En el 90 compartió el cargo de consulado sufecto junto a su amigo, el también hispano Lucio Julio Urso Serviano, y por último fue gobernador de Capadocia-Galacia, donde moriría unos pocos años después. Un buen ejemplo de político que medra en su carrera a pesar de no ser itálico; esto demuestra lo integrados que estaban en el imperio los hispanos. Debían de tener entre los hispanos una buena red de contactos y amigos, y uno de ellos fue Marcial, que le dedicó dos epigramas.

De su amigo Lucio Julio Urso Serviano también se le conoce una gran carrera. Originario de la Bética, estuvo vinculado a la familia de Trajano y Adriano al casarse con una hermana del primero. Perteneció a la generación de funcionarios y generales que llevaron a Trajano a emperador. Gracias a eso, fue ascendiendo hasta llegar a cónsul en el año 90. Después fue gobernador de la Germania Superior, donde dio todo su apoyo a su cuñado Trajano al ser nombrado Emperador, que más tarde lo nombró gobernador de Panonia. Tantos favores se había ganado que llegó a estar posicionado para suceder como emperador a Trajano. La historia casi lo ha olvidado, pero estuvo ahí, en la pomada por la púrpura, pero al final se decantó por Adriano y no pudo ser. Aun así, lo encajó bien y tuvo buenas relaciones con Adriano, y en el 134 fue premiado con un tercer consulado. Adriano lo tuvo en cuenta como sucesor, pero al contar ya los 90 años lo consideraba demasiado mayor. Eso sí, tenía a un nieto, Lucio Pedanio Fusco Salinator, como posible candidato, pero al ser rechazado y al elegir en su lugar a Lucio Elio César, este impugnó su adopción con gran enfado y amenazó con dar un golpe de estado, lo que causó que Adriano lo condenara a muerte. Un mal final para una larga vida de éxitos y victorias para alguien que rozó el puesto de emperador.

Dentro de estos jóvenes funcionarios y generales que impulsaron a Trajano, podemos destacar a los hispanos: Lucio Licinio Sura, originario de Tarraco, tuvo una carrera meteórica, siendo cónsul en tres ocasiones, y que aseguró en su lecho de muerte que Trajano lo llegó a considerar para sucederlo. También estuvo Quinto Sosio Seneción, de origen bético, ascendió por los cargos de cuestor, tribuno de la plebe y pretor. Comandaría la Legio I Minervia, apoyando el ascenso de Trajano a emperador, recompensándolo con la gobernación de la Galia Bélgica y luego la de Mesia Superior. Murió poco después. Conocida fue su amistad con Plutarco, quien le dedicó varias obras. Sin duda, este primer siglo fue la edad de oro de los hispanos, tanto en literatura como al realizar el Cursus Honorum, donde los hispanos se integraron perfectamente en el imperio como los mismos itálicos, sin ninguna discriminación. Esto hizo grande al imperio, que le daría cohesión y estabilidad.

De Corduba tenemos también a Marco Aponio Saturnino, quizá de la familia de los Aneos. Gracias a la influencia de Marco Aneo Séneca, se impulsó en una gran carrera, llegando a gobernador de Moesia en el 69, donde venció a los sármatas, y procónsul en Asia. En el año de los cuatro emperadores, se unió al bando de Vespasiano junto a sus amigos los hispanos Gayo Dilio Aponiano, que fue gobernador de una provincia desconocida y cónsul sufecto, y Cayo Dilio Vócula, conocido por su labor como legado de legión durante la revuelta de los bátavos.

Mención especial tiene la familia de los Anios, que irían ascendiendo hasta colocar en la cima del imperio a cinco de sus miembros, entre ellos Marcus Annius Catilius Severus, más conocido como Marco Aurelio.



domingo, 22 de junio de 2025

Hispania 1

Una pregunta que podríamos hacernos al leer este blog, que trata sobre la historia de España, sería: ¿durante todos estos acontecimientos, qué estaba pasando en Hispania? La idea al crear este blog es partir de la Hispania visigoda y, por añadidura, contar el origen de estos antes de llegar a la península ibérica. Apenas se ha mencionado a algún hispano, pero dentro del Imperio Romano irían pasando por una historia propia de la que llegaron a salir 4 emperadores e incluso se llegó a crear una herejía. Los soldados hispanos lucharon como hormiguitas anónimas en los ejércitos contra los bárbaros o contra otros romanos, y a lo largo de los siglos se iría formando una unidad como provincia que los diferenciaría de otras, con sus variantes de latín que formarían los protorromances, y el cristianismo, con el tiempo, se iría implantando. El niceno eliminaría al resto de herejías y, por cercanía, se sometería al Papa de Roma. Aunque iría formando una unidad, como hispanos se reconocerían entre ellos y se diferenciarían de otros romanos, pero no hay que ver nada semejante a una nación, que no deja de ser un invento moderno. Si algo se sentían eran romanos, tanto o más que los mismos habitantes de Roma, y el hispanorromano no tenía unas características étnicas que lo diferenciaran del resto. Solo por cercanía, habría más africanos en el sur o galos en el norte, y fácilmente los mismos hispanos viajarían a otras partes del imperio para establecerse, olvidándose de dónde nacieron. A fin de cuentas, Roma era toda la civilización, y aunque siempre sería hispano, es más un modo de expresarse o unas costumbres que puedes amoldar que una cuestión de sentimiento o de patria.

Partiré del año 19 a. C., cuando César Octavio terminó las guerras cántabras, pacificando por completo la región y añadiéndola al Imperio que acababa de crear. Fue entonces cuando podemos decir que existió la Hispania romana, donde Roma controlaba por completo la provincia y podía terminar de romanizar a su población sin una oposición o revueltas, al menos no de gran envergadura. Con la Pax Romana se abriría una nueva etapa. Ya desde Julio César, muchas familias patricias fueron a administrar el territorio y también para que los habitantes nativos absorbieran la ordenación jurídica de Roma, eligiendo a los decuriones, quienes a su vez elegirían a los magistrados que dirigirían las ciudades. También se realizaba un censo cada cinco años, algo imprescindible para poder recaudar eficientemente los impuestos.

Octavio fue cambiando el Imperio desde el punto de vista social, integrando a las clases medias de comerciantes y pequeños terratenientes, quienes a su vez le serían leales, y concedería la ciudadanía romana en ciudades que no estaban en la península itálica, creando un gran sentimiento de unidad en el Imperio. Estas medidas se adoptaron en gran cantidad en Hispania, facilitando el auge del comercio y la industria, bien administradas por ciudadanos nativos que ahora eran romanos.

Octavio dividió Hispania en tres provincias: la Bética, que al ser la más pacificada estaba bajo control senatorial; y Lusitania y Tarraconense, que al estar recién apaciguadas, tenían que mantener bastantes soldados en el territorio, por lo que permanecerían bajo el control directo del emperador. Estas provincias estarían divididas en conventos jurídicos que se dirigirían desde las ciudades más grandes como capitales.

Poco cambiarían las provincias en los siglos siguientes, al margen de que Tiberio le quitó su gobierno al Senado de la Bética para que pasara a cargo del emperador. Esto fue un cambio importante para las familias más poderosas aliadas del Senado, que vieron mermado su poder e incluso, en muchos casos, confiscó los bienes de estas familias acusadas de alta traición contra el emperador y para recaudar dinero, lo que le hizo ganar aún más fama de tirano a Tiberio. Aquí tenemos el caso de uno de los hombres más ricos de Hispania, Sexto Mario, que hizo su gran fortuna explotando las minas de oro y plata de Sierra Morena. Fue acusado de incesto perpetrado con su propia hija y fue ajusticiado siendo despeñado desde la Roca Tarpeya, confiscando sus minas y riqueza para el Imperio.

Del año 14 al 37, estuvo Tiberio como emperador de Roma. Como sucesor de Octavio, tenía un listón imposible de alcanzar. Si bien era un buen general y tuvo una carrera política modélica, nunca contó con la aprobación de Octavio; siempre fue un plan B. Personaje con poca carisma y pensamientos anticuados, nunca destacó. Era buen general, pero no brillaba, razón que se apreciaba al tener que asistir en el campo de batalla a su hermano menor Druso. Tuvo una mala relación con Octavio, quien le obligó a divorciarse de la mujer que amaba e impedir volver a verla para casarse con la hija de Octavio, que a su vez era su hijastra política. La idea era garantizar tenerlo como un candidato viable a sucederlo, pero guardándolo en la reserva, ya que tenía candidatos mejores a su disposición. Esto amargó mucho el carácter de Tiberio e hizo que tuviera un gran odio hacia Octavio.

Seguiría ascendiendo, pero se encontraba desencantado con cómo funcionaba ahora Roma y añoraba la antigua república, donde los cargos no se concedían a dedo, y decidió abandonar la vida pública y retirarse a vivir una vida sencilla en Rodas. Aunque al final tuvo que volver, ya que tras la muerte de Lucio y Cayo, quedó como heredero final, de rebote, del imperio. Eso sí, como condición para que quedara claro que no lo querían, lo obligaron a adoptar a Germánico, el hijo de su hermano Druso, con la intención de que la dinastía imperial siguiera siendo Julia en vez de la Claudia, que era la de Tiberio. Tiberio se volvería a sentir en la sombra de otro joven menos capacitado que él, pero con mucha carisma que atraía el cariño de los romanos.

Al final, en el 14 d.C., murió Octavio y fue nombrado emperador. Nadie lo quería de emperador, ni siquiera Tiberio quería ser emperador, pero le tocó gobernar. Al poco comprobó que quien de verdad dirigía el imperio era su madre y viuda de Octavio, Livia. Se rumoreaba que estaba detrás de los asesinatos de los herederos de Octavio para que su hijo fuera emperador, pero solo para mandar ella en la sombra, lo que incomodó mucho a Tiberio. Aunque administrativamente hacía un buen trabajo, la gente no lo quería, sobre todo al traer a Germánico el carismático a Roma y darle otro destino que, según creían, lo hacía por envidia. Cuando murió, toda Roma pensó que lo había mandado matar, lo que hizo que su impopularidad fuera enorme. Esto lo percibía Tiberio, que al temer por su seguridad, aumentó las fuerzas y poderes de la Guardia Pretoriana, lo que hizo percibir a la gente que la ficción de la democracia desaparecería y marcaría un tinte de dictadura militar. El líder de los pretorianos era Sejano, que se ganó a Tiberio tanto que tras la muerte de su hijo, decidió que quedara como regente hasta que proclamaran al siguiente emperador.

Tiberio se retiró a Capri, dejando Roma en las peores manos posibles, donde Sejano creó un reino del terror donde nadie se sentía seguro, sobre todo tras la muerte de Livia, quien aún tenía algo de poder contra Sejano, que ahora sería de facto emperador sin el título. Tiberio se acabó enterando del régimen del terror y la ambición que tenía y mandó arrestarlo y condenarlo a muerte bajo el clamor popular. Volvió Tiberio, que se enteró también que planearon la muerte de su hijo, lo que le creó una paranoia donde veía conspiraciones por todos los lados y sumió a Roma en un estado de terror, ordenando ejecuciones tanto a presuntos conspiradores como a gente inocente que fueran acusados de cualquier motivo contra Tiberio. Dejó de gobernar y se centró en la purga que duraría 6 años, en los que su vida estuvo rodeada de todo tipo de depravación que ocurrían en la isla de Capri, aunque quizás esto fue solo una creación de sus enemigos para darle mala fama en sus últimos años hasta que murió en el 37, o tal vez asesinado con una almohada, y le sucedió Calígula, otro infame emperador que superaría al anterior.


Este párrafo, que podría no encajar mucho en esta historia, lo he añadido para comentar sobre Tiberio, un emperador llegado por carambola del que se tiene una fama terrible y que me parece más una víctima trágica. Él nunca tuvo libertad sobre sí mismo y se vio arrastrado por un camino que no quería transitar. Este es el problema que tenía la sucesión en el Imperio. La dinastía Julio-Claudia traería, a la vez, a los mejores y los peores emperadores, tanto por incapaces como por tiranos. Por medio tenemos a Claudio, otro infeliz que, a pesar de ser muy capaz, tuvo una vida trágica. Terminarían con Nerón y la entrada de otra dinastía, los Flavios. La sucesión de estas dinastías dio un carácter de estabilidad a un Imperio que engrasó tan bien Octavio que podría funcionar perfectamente aunque el emperador fuese un inútil o un tirano y careciese del cariño de su pueblo. Esta estabilidad trajo prosperidad a las provincias, creando una nueva clase media nativa que podría prosperar y llegar a conseguir altos cargos que solo unas décadas antes solo estaban al alcance de las altas clases de Roma. También aumentó la facilidad de conseguir la ciudadanía romana, ciudadanía que se heredaba y que, a la larga, consiguió que aumentara el sentimiento romano y de pertenencia a un Imperio. En Hispania solo se mantendría una única legión, signo de lo integrados que se sentían sus habitantes y lo poco que les interesaba rebelarse. Quería puntualizar que mucha de la mala fama de Tiberio debió de ser propaganda de sus enemigos, aunque seguro que parte de su régimen del terror fue cierto. Pero esto era algo que ocurría en Roma; la visión de las provincias era distinta, donde tenían una imagen de buen emperador y capaz de administrarlas bien, creando prosperidad, manteniendo la paz, teniendo unas cuentas saneadas y guardando de él un buen recuerdo.

Como hispanos destacables de la época, podemos mencionar a Lucio Anneo Séneca, nacido en una familia aristocrática de Corduba en el 4 a.C. Muchos de sus miembros habían destacado en diversos campos de la política. Estudió en Roma con Atalo, quien le enseñó retórica y lo introdujo en el estoicismo, y en Alejandría, donde aprendería ciencias naturales, geografía, etnografía y, a través de Soclon, el misticismo pitagórico. Llegó a involucrarse en el culto de Isis y Serapis, aunque volvería al estoicismo hasta el final de sus días.

Tuvo una gran carrera política; de hecho, era considerado el mejor orador del senado. Sin embargo, con la llegada de Calígula al poder, sus enemigos lograron que lo condenaran a muerte, aunque se salvó. Luego, con la llegada de Claudio, también volvió a caer en desgracia y fue mandado al exilio en el año 39 a la isla de Córcega. En los ocho años que estuvo allí, escribió algunas de sus obras más notables.

En el año 49, volvió a Roma y lo nombraron pretor y tutor de Nerón. En el año 54, murió Claudio y subió al trono imperial Nerón, con lo que Séneca obtuvo una gran posición e influencia en el joven emperador y consiguió que, durante ocho años, Nerón tuviera un buen gobierno. A partir del aumento de la influencia de Publio Suilio Rufo en Nerón, Séneca fue cayendo en desgracia, ya que veía cómo Nerón se iba convirtiendo en un emperador despótico y cruel, y le fue criticando y enemistándose con él. Viendo lo que se le venía encima, decidió retirarse de la corte y dedicarse a viajar y a escribir sus mejores cartas y tratados filosóficos. Aun así, ni estando lejos se salvó de la intriga y, por una conjura en la que lo acusaron de ser partícipe, lo condenaron a muerte. Decidió tomárselo como un buen estoico y planeó suicidarse.

Sin duda, la historia de Sénecaes un claro ejemplo de lo integrados que estaban los hispanos en el imperio y de cuán lejos podían llegar aun siendo un provinciano. Tenían las mismas oportunidades que un romano más, que con formación y talento podría estar al lado de varios emperadores e influir o enfrentarse con ellos y convertirse en un referente cultural para todo el imperio.


Otro hispano renombrado es el poeta Marco Anneo Lucano, sobrino de Séneca, nacido en Corduba en el 39 en una gran familia llena de cargos metidos en política y la cultura. Poco tiempo vivió en Hispania y con 8 meses su padre se lo llevó a Roma, donde pronto destacó en la oratoria y retórica. Con 16 años ya había escrito grandes obras. Seguiría formándose en Grecia, cuna de la cultura, hasta que fue reclamado por Nerón para estar en la “corte de los amigos” y fue nombrado augur y cuestor. Escribió su gran obra, la Farsalia, que le hizo ganar gran fama y las envidias de Nerón y su círculo de amigos. Lo llegó a acusar de participar en la conjura de Pisón, lo torturaron y lo obligaron a suicidarse. Un trágico final para uno de los poetas más influyentes del Imperio Romano, nacido en una casa hispana y que dejaría un gran legado literario para la posteridad.

Otro hispano con una obra muy importante, pero mucho menos conocido, sería Lucius JuniusModeratus Columela, o sencillamente Columela. Fue un gran escritor agrónomo y, al igual que los anteriores, nació en la Bética, pero en vez de en Corduba, en Gades, otra ciudad muy romanizada. Se cree que su nacimiento fue alrededor del 4 d.C. en una familia importante, y que su padre fue un decurión de Gades, por lo tanto, tuvo una excelente educación sobre retórica, filosofía y agronomía. Por influencia de su tío Marco, desarrolló un profundo interés por la agricultura. Siguió la carrera militar, llegando a tribuno en la Legio VI Ferrata en Siria.

Al acabar su carrera militar, volvió a Hispania para dedicarse a la agricultura en sus terrenos en Gades, donde puso en práctica todo lo aprendido y escribió sus grandes obras: "De re rustica" y "De arboribus". Estos grandes tratados de agronomía transmitieron los conocimientos de la época, lo que permitió que no se perdieran y que se pudiesen seguir usando siglos después de la caída del Imperio Romano. Su obra no es solo importante por las técnicas agrícolas, ya que también habla sobre la vida de los romanos y sus ritos precristianos. Fue recuperado por los árabes, quienes reutilizaron sus técnicas agrícolas con excelentes resultados, lo que finalmente lo trajo de nuevo a Occidente.


Siguiendo en la Bética, territorio de grandes hombres, esta vez en Tingentera, posiblemente en la actual Algeciras, nació a principios del siglo I Pomponio Mela, un famoso geógrafo y autor de "Chorographia", una obra cumbre de la geografía romana que plasmó el mundo conocido de la época y que sería utilizada y consultada durante muchos siglos.

Pasando por Calagurris Nassica Iulia, "Calahorra, ciudad de los cuervos, leal y romana", tenemos a Marco Fabio Quintiliano. Nació allí en el año 35, aunque se trasladó a Roma, donde su padre ejercía de réprobo abogado. Allí obtuvo una gran formación con profesores de la talla de Remio Palemón, Marco Servilio Noniano y Domicio Afro, quienes le enseñaron literatura y elocuencia. En el año 61 regresaría a Hispania junto a Galba cuando Nerón lo nombró gobernador de la Tarraconense y este, a su vez, nombró a Quintiliano rétor del Tribunal Superior. También sería profesor de elocuencia, que era su gran pasión, y sus capacidades en el uso de la lengua serían tan reconocidas que se convertiría en una referencia de cómo usar correctamente el latín. En Roma crearía después una academia de elocuencia de gran prestigio que contó con alumnos tan destacados como Plinio el Joven y el futuro emperador Adriano. Seguiría ganando prestigio con los años, incluso después de Galba, bajo los emperadores Vespasiano, Tito y Domiciano. Vespasiano llegó a otorgarle la primera cátedra oficial y pública de retórica. Su mayor obra es Institutio Oratoria, donde abarcaba todos los aspectos de la retórica.


Cerca de Bílbilis, actual Calatayud, nació en el año 40 Marco Valerio Marcial. Como todos los que querían mejorar su formación, se desplazaría a Roma sobre el año 64, quedando bajo la protección de Séneca. Sin embargo, al morir este un año después, cayó en desgracia y acabó malviviendo por las calles de Roma, teniendo una vida bohemia y dedicándose a la literatura para subsistir. En esos ambientes, entabló amistad con Plinio el Joven, Juvenal, Silio Itálico y el hispano Quintiliano. También entablaría mucha amistad con el también hispano Canio Rufo, un reconocido poeta cuya obra era apreciada por su elegancia, su profundidad y su capacidad para capturar las emociones humanas, quien le ayudaría mucho a darse a conocer y a quien le dedicaría varios epigramas. Tras la muerte de Nerón y, sobre todo, en los imperios de Tito y Domiciano, mejoró mucho su situación al ser favorecido por ellos, tanto en elogios como en cargos, lo que le permitió mejorar económicamente. Tras el ascenso de Nerva, cayó en desgracia y decidió volver a pasar sus últimos años en Bílbilis en el 98, donde pasó su tiempo componiendo sus últimas obras y administrando la tierra, trabajo que le encantaba. Murió en el 104, dejando un gran legado literario donde destacan los epigramas, unas composiciones poéticas breves con un tema satírico o festivo, lo que ahora llamaríamos "políticamente incorrectos", que llegaron a tener una gran popularidad en todo el imperio.

sábado, 7 de junio de 2025

Godos 3 los tervingios

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Encontrar el origen de los tervingios es tan complicado como entender qué significaba ser tervingio. Hay que aclarar que no los unía una etnia pura; de hecho, poco tenían en común con los pueblos pregodos que salieron de Escandinavia. Ya no tendrían una uniformidad étnica germana con los godos que se encontraron los romanos. Con el paso de los siglos, se habían mestizado con pueblos de alrededor e incluso con romanos que habían capturado como esclavos o que se asentaron cerca de ellos. Su cultura había cambiado también, influenciada por pueblos sármatas, y dejaron de ser agricultores sedentarios para adoptar el caballo que les daba mucha movilidad. También habían empezado a romanizarse tanto en la forma de luchar como en su manera de gobernarse. Se fueron estructurando alrededor de clanes cada vez más grandes e iban empezando a enriquecerse gracias a mejoras agrarias y al saqueo, adquiriendo bienes a través del comercio y prosperando al apoderarse de un territorio que les daría identidad diferenciada respecto a otros godos. ¿Entonces, qué fue lo que te hacía tervingio? Muy sencillo: era seguir al rey, un caudillo fuerte, dentro de una familia guerrera y adinerada con un gran prestigio y carisma que seguiría en busca de gloria y riquezas. Daba igual tu origen, ya seas de origen godo puro, sármata o romano; si seguías al rey hasta el final, eras tervingio. Y ¿quién fue su primer rey?


Se suele tomar a Ariarico, primer rey baltingo, como el fundador del reino tervingio, pero en las crónicas se suele mencionar a los tervingios anteriormente a él y se conoce a otros reyes anteriores que quizás fundaron el reino previamente, uniendo las tribus alrededor de otra dinastía que comenzaría por Geberico, donde su hijo Canabaudes destacaría al unir las tribus godas junto a otras vecinas en un poderoso ejército que sería completamente derrotado por el emperador Aureliano en el año 271. Seguramente también pertenecería a esta dinastía el rey Alica, quien en el 324 se aliaría con Licinio, que le disputaría a Constantino el Imperio Romano, batalla que perdería, y quizás ese fuese el motivo del cambio de dinastía. Esto son solo conjeturas, pero podría ser posible. Lo que se sabe seguro es que en el 328 Ariarico ya era rey de los tervingios y que en 331 tendría una dura batalla con el emperador Constantino en la que los godos serían completamente derrotados y obligados a firmar un foedus en el que aceptaban las condiciones impuestas por Roma de renunciar a los subsidios que recibían de Roma, respetar el limes con el resto de pueblos aliados de Roma, unirse al ejército cuando fueran llamados y entregar rehenes para asegurarse de que se cumplía el pacto. Entre estos estaba Aorico, su propio hijo y futuro rey. Roma a su vez reconocía a los tervingios como únicos interlocutores godos y al resto de godos como enemigos con los que acabaría combatiendo, ayudando así a la estabilización y diferenciación de los tervingios con el resto de godos.

A pesar de lograr un gran estatus, esto no calmó las ansias guerreras de los baltingos. Aorico no terminó de aceptar la sumisión a Roma y mostró su rebeldía con Constancio II, el hijo de Constantino, con algunos conflictos bélicos y diplomáticos. Pero sería su hijo Atanarico quien, en el 364, al llegar al poder, le echó un pulso a Roma y, aprovechando otra guerra civil, apoyó al usurpador Procopio con 10.000 guerreros. Sin embargo, al final este bando fue derrotado y se encontró con un ejército mermado y en la mirada del emperador Valente, de nada sirvieron las excusas que le dio, y Valente tenía la fuerte convicción de dar un ejemplo con los godos de Atanarico de lo que les pasa al que traiciona al emperador. Valente llegó a realizar tres campañas contra los godos que, aunque derrotó a su ejército, no consiguió aplastarlo, ya que, viéndose en minoría, los godos optaron por realizar guerra de guerrillas. Aunque resistían, llegaron a pasar hambre y muchos fueron apresados. Valente acabó firmando otro pacto con un Atanarico que solo pedía una derrota sin humillación, el cual aceptó sumiso y juró no levantarse nunca más contra Roma. El emperador por fin podría destinar todas sus fuerzas contra su auténtico enemigo: Persia.

Atanarico salvó in extremis su cabeza y su reinado. Aunque algo cuestionado, aún seguía en el trono, pero pronto se enfrentaría a una amenaza para la que ni siquiera el gran Imperio Romano estaba preparado, y llegando casi de la nada.

La gran amenaza que se cernió desde oriente fueron los hunos, un conjunto de tribus prototurcas con etnia y cultura semejantes, con una fuerza guerrera a caballo y unas costumbres en el combate tan salvajes que impresionaron y aterrorizaron incluso a los salvajes germanos. En el 370 cruzaron el Volga y atacaron primero a los alanos, que acabaron huyendo de su territorio o uniéndose a los hunos en sus huestes. En el 372 llegaron hasta los greutungos del rey godo Hermanarico. Fueron derrotados por los hunos y su rey acabó suicidándose. Los greutungos que no se unieron a los hunos, dirigidos por los jefes Alateo y Safrax, huyeron buscando refugio con sus parientes tervingios. Atanarico decidió enfrentar a los hunos en una batalla que acabó perdiendo. Esto provocó que los nobles se rebelaran y, mientras que los seguidores de Atanarico se refugiaron en las montañas de los Cárpatos para soportar el paso de los hunos por sus tierras, los que siguieron a la facción formada por los nobles Alavivo y Fritigerno, quizás descendientes del rey de la dinastía anterior Canabaudes, huyeron a buscar refugio y asilo entre los romanos, tanto huyendo de los hunos como de los seguidores de Atanarico.


El emperador Valente veía en estos refugiados una buena oportunidad de debilitar al reino tervingio de Atanarico, reduciendo su población y aprovechando esta mano de obra para los trabajos agrícolas y el ejército, fortaleciendo así su posición en el territorio. De primeras, una buena idea, pero muy mal llevada a cabo. Llegaron los godos, guiados por Alavivo y Fritigerno, a la orilla del Danubio solicitando poder entrar en Tracia, aceptando someterse a Roma, aceptando la condición de dediticii, desarmarse completamente e ingresar en el ejército romano si era necesario. Los godos tuvieron permiso para entrar, pero el problema es que junto a ellos llegaron familias enteras de otros pueblos que venían huyendo de los hunos. Los historiadores de la época cuentan que más de 200.000 bárbaros se presentaron en la frontera pidiendo poder entrar; debió de ser un caos. Esto superaba a los romanos, que no podían controlar ni censar el número de bárbaros que entraban o si de verdad iban desarmados. Hubo trifulcas entre los romanos y los bárbaros que entraban ilegalmente, y poco pudieron hacer para detenerlos; es más, una vez acogidos, los romanos debían darles tierras y comida, algo que estaba muy por encima de sus posibilidades.

¿Y mientras esto ocurría, dónde estaba el emperador? A finales del 376, Valente se encontraba en Antioquía del Orontes, Siria, actualmente en Turquía, enfrentándose a una revuelta provocada por Mavia, la nueva reina árabe que gobernaba a los Tanukh, una confederación de tribus árabes seminómadas. El motivo de este levantamiento fue que Roma, aprovechando el cambio de monarca, tenía intención de cambiar el foedus e imponer uno más duro que Mavia rechazó. La reina guerrera encabezaba estas revueltas que Roma iba perdiendo, y saqueaban todas las ciudades que encontraban a su paso, llegando desde Egipto hasta Mesopotamia. Tan duras fueron que Valente tuvo que pedir la paz, ya que las tribus de los isauros, situadas al norte de Siria en las montañas del Tauro, se rebelaron buscando su independencia. Todo esto ponía freno al plan del emperador de reconquistar Armenia, que dominaban los persas.


Los encargados de organizar la entrada de los godos en Tracia fueron los generales Lupicino y Máximo, bastante incompetentes organizando la entrada de los godos, lo que acabaría creando un verdadero caos. A esta situación se añadió la corrupción: los romanos se aprovecharon de los godos, vendiéndoles la comida que debía ser gratis a un precio desorbitado y donde, por comida, se entregaba a sus hijos como esclavos. Ante este abuso, al que también estaba sometida la nobleza goda, que estaba entre la espada y la pared, esta acabó explotando en una revuelta dirigida por Fritigerno, que en poco tiempo formó un ejército a las afueras de Marcianópolis y derrotó al incapaz Lupicino. Esto dio a entender al resto de bárbaros del otro lado de la frontera que Roma era demasiado débil para poner orden, y atravesaron el limes por millares y se fueron desperdigando por el imperio, saqueando el territorio ante la impasividad de las pocas tropas romanas que quedaban. A Fritigerno se le fueron uniendo otros godos y otras tribus, formando un gran ejército que amenazaba el imperio. En otras fronteras estaba pasando lo mismo, poniendo de manifiesto la debilidad de un imperio que parecía que se iba a quebrar.
Valente, ante estos acontecimientos, firmó rápidamente la paz y empezó a organizar sus fuerzas para volver. Ante el tamaño de la amenaza, pidió ayuda a su sobrino Graciano, emperador romano de Occidente, que envió rápidamente un ejército para ayudar a su tío. Valente movilizó para que se adelantaran las tropas de la frontera armenia bajo los generales Trajano y Profuturo, que se unieron a las del Imperio Occidental, dirigidas por Ricomeres. Iniciaron el ataque sin conocer el número y situación de sus enemigos. Los godos, al verlos venir, se posicionaron mejor y unieron fuerzas para defenderse en una cruenta batalla. He de decir que los estoy llamando godos, pero realmente había pueblos bárbaros muy diversos, y ya el historiador Amiano Marcelino, que narró el combate, habla de que hablaban diferentes lenguas y que debían de estar formados por godos, alanos, hunos, taifales, esciros, carpos, entre otros, y hasta desertores romanos. Este combate acabó en tablas, habiendo un gran número de bajas en ambos bandos, pero sacó a los godos de las montañas y les ofreció la posibilidad de moverse hasta cerca de Constantinopla y, por el camino, ampliar su ejército bárbaro que seguiría saqueando y cogiendo cautivos, creando un escenario dantesco para los desprotegidos romanos.Valente, ya desde Constantinopla, tomó una decisión que le llevaría a una sonora derrota. Viéndose fuerte por unas pequeñas victorias y dejándose aconsejar mal, decidió salir en solitario con su ejército para derrotar de una vez por todas a los godos de Fritigerno. Sin comprobarlo, aceptó que el ejército de los bárbaros sería de apenas 10.000, mientras ellos contaban con un ejército de más de 40.000 soldados, por lo que no necesitaba esperar a su sobrino Graciano y que él se llevase el mérito de la victoria; tenía que vencer por sí mismo. Desoyendo a sus consejeros, que le indicaban que esperara a su sobrino, el 9 de agosto del 378 salió al encuentro del campamento de Fritigerno, situado a 23 km de Adrianópolis. Aquí, Valente cometió otro error: en vez de atacar directamente y sorprender a los godos, se dejó caer en una trampa de Fritigerno. Este tenía fuerzas desperdigadas y tenía que ganar tiempo para reunirlas, por lo que le propuso pactar una rendición con condiciones absurdas. Valente perdió el tiempo sin percatarse de que eso no llevaba a ninguna parte y, además, estaban bajo un sol de justicia sin alimento ni agua, y los soldados se estaban asfixiando y pasando hambre conforme pasaban las horas.

Valente tampoco supo controlar a sus tropas, que acabaron entrando en combate antes de tiempo. El flanco izquierdo se movió, dejando desprotegida la formación, y justo en ese momento llegaron los refuerzos que estaba esperando Fritigerno; entraron por esta zona con gran fuerza. También se redujo considerablemente la superioridad numérica de los romanos con estas tropas recién llegadas, formadas también por alanos y hunos. Aunque los romanos aguantaron bien, "alea iacta est", conforme iba arrasando esta caballería, los romanos empezaron a huir, dejando la formación y asegurando así la masacre. Valente acabaría también muriendo al refugiarse en una granja que los bárbaros, sin saber que allí estaba el emperador romano de Oriente, incendiarían. Al menos 25.000 romanos dejaron su vida en el campo de batalla y el resto huiría buscando refugio en Adrianópolis, un desastre provocado por la incapacidad y soberbia de Valente, que si hubiese esperado solo dos semanas, se le hubiesen unido las tropas del emperador Graciano y seguramente hubiesen derrotado a los bárbaros.

Fue un duro golpe para un imperio que veía que todas sus fronteras se volvían inestables y empezaría a ir reduciéndose y dependiendo cada vez más de los bárbaros para defenderse, bárbaros que se irían romanizando y alcanzando grados de general a la espera de un emperador débil para llegar al poder.



sábado, 4 de enero de 2025

Reyes godos legendarios

Como en todos los pueblos, los godos también crearían sus leyendas fundacionales. Siendo un pueblo guerrero, serían grandes reyes o caudillos que dirigirían a su pueblo a nuevas tierras, derrotando a duros enemigos por el camino. Estos cogerían fuerza en sus mitos con historias posiblemente basadas en personajes reales o tal vez inventadas. Sea como fuera, fueron importantes para los godos para ir creando las cualidades de su pueblo, ya que con el tiempo étnicamente era más mestizo y la mejor forma de no perder su identidad tribal es recordar bien sus leyendas de reyes pasados. Y si no se tiene, pues se inventan.


Berig, el primer rey legendario godo

Berig es un rey legendario de los godos que se dice que llevó a su pueblo desde su patria ancestral en Escandza (Escandinavia) a una nueva patria en Gothiscandza (la cuenca del río Vístula) en el siglo III d.C. Su historia se cuenta en la Getica, una obra histórica escrita por Jordanes, un historiador godo del siglo VI.

Etimología del nombre

El nombre "Berig" se cree que es de origen germánico, posiblemente significando "portador de fuerza" o "fuerza de oso". Está relacionado con el nombre nórdico antiguo Björg, que significa "protección" o "refugio".

Según Jordanes, Berig era un rey poderoso y sabio que era respetado por su pueblo. Se le atribuye haber liderado a los godos en una migración exitosa desde su patria superpoblada en Escandza a Gothiscandza, una región que les ofrecía nuevas oportunidades de tierras y recursos. Para conseguir estas nuevas tierras tuvieron que echar a los rugios un pueblo germano que se habían desplazado anteriormente desde Noruega y que acabaron huyendo a tierras mas occidentales.

Berig es una figura significativa en la mitología y la historia godas. Se le ve como un símbolo de la fuerza, el liderazgo y la resistencia de los godos. Su historia a menudo se usa para ilustrar los orígenes del pueblo godo y su migración de Escandinavia a los confines meridionales de Europa.

Berig también ha aparecido en diversas obras de cultura popular, incluyendo literatura, música y videojuegos. A menudo se le representa como una figura noble y heroica que llevó a su pueblo a una nueva y mejor vida.

A continuación, se presentan los pasajes de la Getica de Jordanes que se refieren a Berig:

Libro I, capítulo 14

"En aquella época, los godos vivían en Escandza, una isla situada en el océano septentrional. Era una tierra rica y fértil, pero estaba superpoblada. Los godos, que eran un pueblo guerrero, buscaban nuevas tierras para conquistar.

Un día, un hombre llamado Berig, que era un rey poderoso y sabio, tuvo una visión. La visión le dijo que los godos debían abandonar Escandza y buscar una nueva patria.

Berig contó su visión a su pueblo, y los godos estuvieron de acuerdo en seguirlo. Berig construyó tres barcos y los godos embarcaron en ellos.

Los godos navegaron durante muchos días y noches. Finalmente, llegaron a Gothiscandza, una región situada en la cuenca del río Vístula.

Los godos fueron recibidos con amabilidad por los habitantes de Gothiscandza. Los godos se establecieron en Gothiscandza y prosperaron durante siglos."
Gadarico el grande

Gadarico el Grande es un rey mítico godo que se dice que vivió en el siglo II d.C. Es una figura importante en la historia y la cultura godas, y su leyenda ha sido transmitida a través de los siglos.

La principal fuente de información sobre Gadarico es la Getica, una obra histórica escrita por Jordanes, un historiador godo del siglo VI. En la Getica, Jordanes relata la historia de Gadarico como un rey poderoso y sabio que lideró a los godos en una serie de conquistas.

Según Jordanes, Gadarico era el hijo de Berig (puede que uno de sus descendientes), el rey que lideró a los godos en su migración desde Escandza a Gothiscandza. Gadarico sucedió a su padre como rey y continuó la expansión de los godos.

Jordanes relata que Gadarico conquistó a los sármatas, los vándalos y los heruli. También expandió el territorio godo hacia el sur, hasta el río Danubio.

Gadarico es considerado un héroe nacional por los godos. Su leyenda ha sido transmitida a través de los siglos y sigue siendo una fuente de inspiración para los godos modernos.
Filimer, el mitico rey que llevo a su pueblo a Oium

Filimer el Grande es un rey mítico godo que se dice que vivió entre 145 y el 197 d.C. Es una figura importante en la historia y la cultura godas, y su leyenda ha sido transmitida a través de los siglos.

La principal fuente de información sobre Filimer es la Getica, una obra histórica escrita por Jordanes, un historiador godo del siglo VI. Filimer era hijo de Gadarico el Grande, que había liderado a los godos a la región de Gothiscandza, en la actual Polonia. Cuando Filimer llegó al poder, la nación gótica había crecido considerablemente y se había convertido en una fuerza importante en la región.

Filimer decidió que era hora de que los godos buscaran nuevas tierras para expandirse. Lideró a su pueblo en una migración hacia Escítia, donde derrotaron a los sármatas y se establecieron en un territorio que llamaron Oium que significa en tierras de agua.

Filimer también es conocido por su papel en la expulsión de las brujas haliurunnas (völvas, que se llamaban Aliorumnas, Halju-runnos, que significa corredores del infierno o corredores del reino de los muertos, en referencia a sus artes shamánicas durante el trance) de los godos. Según Jordanes, estas brujas eran mujeres poderosas que practicaban la magia negra. Filimer las expulsó de Oium por temor a que su magia pudiera perjudicar a su pueblo. Estas volvas tuvieron que huir lejos de los godos y sus descendientes serian los hunos.

El reinado de Filimer marcó un momento importante en la historia de los godos. Su migración a Oium allanó el camino para las futuras conquistas de los godos, que acabarían convirtiéndose en una de las principales potencias de la Europa medieval.

¿Fue Filimer un rey real?

La existencia de Filimer es un tema de debate entre los historiadores. Algunos creen que fue un rey real que realmente existió, mientras que otros creen que es un personaje legendario.

Los partidarios de la existencia de Filimer señalan que su reinado se menciona en la obra Getica de Jordanes, un historiador del siglo VI d.C. Jordanes se basó en fuentes anteriores, por lo que su relato es considerado fiable por algunos historiadores.

Sin embargo, otros historiadores creen que Jordanes exageró o inventó ciertos aspectos de la historia de Filimer.





sábado, 19 de octubre de 2024

Los godos 2 El encuentro con Roma

En el año 230 los godos estaban ya firmemente asentados en las tierras que abarcaban desde la frontera nororiental de la Dacia hasta las zonas occidentales del Río Dniéper, lo que venía siendo en la actualidad desde Rumania hasta el centro de Ucrania. En estos territorios tuvieron que lidiar con tribus que ya estaban asentadas antes, llegando a negociar y unirse con algunas y expulsando a otras. Con los sármatas tuvieron una relación cambiante ya que aunque de primeras se aliaron e incluso llegaron a absorber su estilo de vida más pastoril y dándole mucha importancia al caballo, también acabaron expulsándolos de sus territorios. Este estilo de vida, que también cogería de los alanos, cambiaría su cultura para siempre, pareciéndose más a pueblos esteparios que a ganaderos. Esta relación tan estrecha con el caballo de batalla cambiaría su estilo de combate por uno más rápido y móvil. De los sármatas también cogería sus armas, sus vestiduras, formación militar, costumbres y adornos. Junto con este cambio cultural y el mestizaje con los pueblos vecinos, dacios e incluso eslavos, fue el resultado de los godos que entraron en la historia al toparse con Roma. 

El encuentro ocurrió en el año 238 cuando los godos cruzaron el limes y llegaron a la Dacia romana, cruzando el Danubio y saqueando Mesia Inferior y llegando a tomar la ciudad de Istria. Tan duro debió de ser el encuentro que los romanos, ante esta situación, llegaron a firmar un acuerdo con los godos pagándoles un subsidio a cambio de que los godos integraran en su ejército para luchar en la lejana Persia. Este fue el principio del encuentro de Roma con los godos que, durante el emperador Gordiano III y su sucesor Filipo el Árabe, tendría una relación de poca confianza mutua donde Roma dejaría de pagar estos subsidios en algunas ocasiones y, junto a derrotas militares donde morirían muchos godos, llevarían a estos a volver a entrar a la Dacia y tantear a un Imperio que estaba en clara decadencia, dedicado a fútiles guerras civiles que lo agotaban y que no podría defender correctamente sus fronteras, algo que los godos comprendieron muy bien y que supieron  aprovechar. 

En 248 destaca un rey godo llamado Ostrogota. Creó una confederación tribal con varios pueblos para volver a cruzar el Danubio y saquear las tierras de Mesia Inferior y Tracia, llegando a asediar la ciudad de Marcianópolis, en la actual Devnya en Bulgaria, hasta que pagaron un rescate y ya volvieron a sus tierras sin que fuesen molestados por los romanos. Poco después volvió a liderar a los godos para derrotar a los gépidos, un pueblo emparentado con los godos, que llegaron del norte exigiendo tierras. Fueron derrotados en una durísima batalla que les costaría muchas vidas a los godos y que, a pesar de la victoria, haría caer en desgracia a Ostrogota, o tal vez fuese asesinado y sería sustituido por Cniva. Esto muestra lo débil que es el equilibrio de poder de los godos: no había una monarquía fuerte que ostentase el poder sino pequeños jefes de clanes que subían al poder cuando hacía falta ser acaudillado para realizar un saqueo o una batalla y que dependía de victorias militares que le diera prestigio pero que siempre estaría solo un poco por encima del resto de jefes godos. 

La batalla de Abrito

En el 250, Cniva, uniéndose a los carpos, una de las tribus dacias más fuertes de la zona, para saquear la Mesia Inferior, juntaron entre las dos tribus una formidable hueste de más de 40.000 guerreros que dividieron en dos columnas sembrando el terror por toda la zona. Tan grave debió de ser que se tuvo que personar el propio emperador Decio con su hijo junto con sus legiones que sumarían 45.000 legionarios. En principio, la superioridad romana era evidente; las técnicas de combate y su superioridad armamentística le daban ventaja en el campo de batalla, arrasando al ejército godo que se vio obligado a huir para refugiarse en las zonas pantanosas de Abrittus, cerca del actual Razgrad en la Dobrudja búlgara. Pero en vez de aprovechar la ventaja aplastante que tenían, Decio tomó el peor error de su vida: mandó a su ejército a las zonas pantanosas para acabar con los godos. El ejército romano, con su equipo pesado, se vio superado por las zonas pantanosas llenas de maleza y barro, imposibles de transitar, que hundían hasta la cintura a los romanos, que apenas podían maniobrar. Hecho que aprovechó Cniva para contraatacar, ya que los godos estaban más acostumbrados a moverse por estos terrenos, masacraron a los romanos sin piedad, convirtiendo una clara derrota en una gran victoria donde murió hasta el emperador Decio. Este sería el primer emperador romano que moriría en batalla y hecho este por una banda de bárbaros, una catástrofe para la autoestima del pueblo romano. Después de la victoria, Cniva pactó con el nuevo emperador Treboniano Galo, que sobrevivió al traicionar a Decio, un ventajoso acuerdo para los godos, donde podrían volver sin problemas a sus tierras con los tesoros saqueados y con un fuerte pago que le daría Roma por los cautivos. Puede parecer que esto traería algo de paz para los romanos, pero no llegaron a entender que estos acuerdos los hacían con un caudillo temporal de solo una parte de los godos, y otros jefes godos reunirían tropas y volverían un año después tratando de emular la gesta y saquear esta fértil tierra. 

Fue para el Imperio Romano una época de caos para todas sus fronteras, debilitado con guerras civiles y cambiando constantemente de emperador, los bárbaros atacaron por todos lados, y los godos fueron de los más terribles, arrasando y saqueando a su paso, pasando a Asia menor, Grecia e incluso se llegaron a acercar a Roma, teniendo esta que formar un ejército con los ciudadanos para amedrentar el ataque. Los godos perdieron completamente el respeto a Roma y esta estuvo realmente muy cerca de su aniquilación, pero Roma es Roma y aún tenía fuerzas para resistir. Una vez que subió como emperador Claudio II, consiguió estabilizar un poco al imperio y reunió un gran ejército para propinarle a los godos su mayor derrota hasta la fecha en las cercanías de Naissus, en la actual Serbia. Los derrotó en una dura batalla, cayendo en la misma 50000 godos y dando como sobrenombre a Claudio "el gótico". No sería Claudio, que murió poco después de peste, sino su sucesor Aureliano quien acabaría las guerras góticas, resistiendo las hordas y fortificando las fronteras, y derrotando al rey godo Canabaudes, obligando a los godos a pedir la paz. Esto le otorgó a Aureliano el título de "góticus maximus" en el año 271. Sería este un gran logro militar pero que solo maquillaba la realidad y fue el mismo emperador quien admitió que la Dacia estaba perdida y no podrían seguir defendiéndola, y la abandonaron a los bárbaros, guarneciendo las limes danubianas y trasladando a los miles de habitantes al sur del río en un territorio más pequeño y fácil de defender, y fundando allí Dacia Aureliana. Abandonando Dacia también esperaba apaciguar a los godos, que al asentarse en estas tierras frenaran sus ansias de atacar a Roma y cogieran arraigo a estas nuevas tierras tan buenas, y solo se dedicasen a civilizarse y a defenderlas del resto de bárbaros. 

En los siguientes 30 años los godos no volverían a darle problemas a los romanos, sino que muchos lucharían en sus filas en sus campañas contra Persia donde seguirían aprendiendo de Roma mejorando su estrategia militar, su estructura de gobierno y su cultura. También tomarían parte con alguno de los contendientes que aspiraban a coronarse emperador de Roma, pero siempre acababan llegando a pactos como ocurrió con Constantino que, a pesar de luchar los godos en el bando de Licinio, este no tomó represalias ya que veía el potencial godo y estos no atacarían a Roma hasta verla más débil. 

Constantino fue testigo del cambio cultural, económico y político de los godos y cómo habían pasado de ser tribus aisladas que se unían de forma temporal para un saqueo a una estructura más estable. Se unificaron en torno a 2 grupos tribales: los tervingios y los greutungos, estaban gobernadas por clanes reales en las que eran dirigidas por un rey o juez que aunque puede que no tuviese que ser hereditario, el título de jefe de los tervingios estuvo en la misma familia. Fueron los tervingios los que más preocupaban a Constantino al lindar con el limes romano y ver cómo superaban al resto de pueblos vecinos y acabaron chocando con Roma en el año 331. Fue una dura batalla pero la superioridad táctica de Constantino, cortándole las líneas de suministro y rodeándolos, los venció de manera tajante, obligándoles a rendirse y firmar un foedus, un tratado vinculante de existencia mutua a perpetuidad, reconociendo con ello Roma el reconocimiento del territorio godo y poniéndolo a su vez bajo su protección y clientes del imperio. Ariarico, el rey o jefe principal de los tervingios, aceptó respetar el territorio de los sármatas, el limes romano, dejar de recibir los subsidios que pagaba Roma y ceder 3000 de sus guerreros cuando Roma lo pidiese. Como era tradición también tuvo que ceder como rehenes a varios familiares de la nobleza como a su propio hijo Aorico para garantizar así que los pactos se cumplan. 


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