Saliéndonos del mundo literario, vamos a irnos a Lusitania, a Emerita Augusta. En torno al año 104 nació Cayo Apuleyo Diocles, el mejor auriga de la historia del mundo romano. Tuvo una carrera muy larga, en la que participó en las carreras durante 23 años, y su palmarés es impresionante: corrió 4.257 carreras, obteniendo el primer puesto en 1.462 y consiguiendo el segundo o tercer lugar en 1.438. Esto demuestra lo tremendamente regular que fue en los 23 años que corrió. Se retiraría a los 42 años después de haber ganado una verdadera fortuna de casi 36 millones de sestercios, convirtiéndolo, posiblemente, en el deportista mejor pagado de la historia. Siendo realmente muy difícil adaptarlo a la inflación de la actualidad, hay quien ha calculado que al cambio serían 15.000 millones de dólares, una cantidad exorbitante para una sola persona. Iría a vivir a Preneste, en una zona rural y tranquila, donde moriría llevando una vida familiar alejado de la fama.
Sus admiradores colocaron una lápida en el Circo de Nerón, actual Vaticano, donde se relatan sus inigualables logros deportivos, y otra inscripción en una estela bajo su estatua, colocada por sus hijos en el Templo de la Fortuna Primigenia de Praeneste, donde pone: “Presente ofrecido a Fortuna Primigenia por Cayo Apuleyo Diocles, el primer auriga del equipo rojo, hispano de nación. Sus hijos Cayo Apuleyo Nimfidiano y Nimfidia”. Aunque nunca volviese a Hispania, que se sepa, nunca olvidó sus raíces y hasta su muerte seguiría sintiéndose hispano.
C(AIO)
APPVLEIO DIOCLI
AGITATORI PRIMO FACT(IONE)
RVSSAT(O)
NATIONE HISPANO
FORTVNAE PRIMIGENIAE
D(onVm)
D(edit)
C(aius) APPVLEIVS NYMPHIDIANVS
ET NYMPHYDIA FILII
Podemos destacar también a LucioCornelio Balbo el Mayor, que nació en Gades sobre el 97 a.C. Fue el primer cónsul no nacido en Italia y también muy amigo de Julio César, quien lo llevaría en las guerras de las Galias. Luego se uniría al bando de Octaviano, donde se le premiaría su lealtad y trabajo, y acabó llegando a ser pretor y cónsul romano, algo impresionante para un provincial en esa época.
También destacó su sobrino Lucio Cornelio Balbo el Menor como un excelente militar, siendo nombrado procónsul de África, donde consiguió una gran victoria con las tribus saharianas, llevando un gran botín a Roma y siendo el primer general no itálico en conseguirlo; por su gran gesta fue premiado con un triunfo. Hizo una verdadera expedición a lo desconocido con 10 000 legionarios, digna de una película, partiendo de Sabratha, cerca de Trípoli, adentrándose en el desierto del Sahara para derrotar a los garamantes en la ciudad de Fezzan y enviando a un grupo a explorar las "tierras de leones" situadas más al sur, atravesando las montañas de Ahaggar, en el sur de Argelia, para acabar descubriendo un enorme río que posiblemente fuese el Níger en la región de Mali, donde se han llegado a encontrar monedas romanas y cerámicas latinas. Imaginad el viaje para alguien de la época, atravesando territorios completamente desconocidos para acabar llegando a un lugar tan remoto como culturalmente extraño para un romano, situado a más de 4200 kilómetros: ¡una hazaña muy épica!
Como caso paradigmático tenemos a Cayo Julio Higino, a quien Julio César trae como esclavo. Aunque destacó pronto por su inteligencia, siguió las enseñanzas del erudito griego Alejandro Polihístor. Al morir Julio César, se fue con Octaviano y tanto debió de destacar que lo fue promocionando hasta llegar a trabajar en la Biblioteca Palatina, y llega a hacerse amigo de Ovidio. Tan valorado estuvo que Octavio lo nombra liberto y no solo eso, sino que le da el nombre de Julio, con lo que lo acepta en su propia familia. No nos ha llegado mucho de sus escritos, aunque se sabe que escribió sobre las familias de Troya. También escribió sobre agricultura (citado por Columela), las abejas, astronomía y muchas fábulas. Una gran vida de estudio y superación.
De Corduba se conoce también a varios hispanos que hicieron una destacada carrera política y militar, como Lucio Antistio Rústico. Vivió durante el siglo I, llegó a senador en la época de Nerón, siendo nombrado tribuno militar en Britania, donde destacó con brillantez y fue condecorado. Fue pretor senatorial, comandó la Legión VIII Augusta en la Germania Superior en Argentoratum, la actual Estrasburgo. Llegó a gobernador de la Bética como procónsul en el año 83. Volvió a Roma y ocupó el cargo de prefecto del erario, un alto cargo responsable de la administración del Tesoro Público. En el 90 compartió el cargo de consulado sufecto junto a su amigo, el también hispano Lucio Julio Urso Serviano, y por último fue gobernador de Capadocia-Galacia, donde moriría unos pocos años después. Un buen ejemplo de político que medra en su carrera a pesar de no ser itálico; esto demuestra lo integrados que estaban en el imperio los hispanos. Debían de tener entre los hispanos una buena red de contactos y amigos, y uno de ellos fue Marcial, que le dedicó dos epigramas.
De su amigo Lucio Julio Urso Serviano también se le conoce una gran carrera. Originario de la Bética, estuvo vinculado a la familia de Trajano y Adriano al casarse con una hermana del primero. Perteneció a la generación de funcionarios y generales que llevaron a Trajano a emperador. Gracias a eso, fue ascendiendo hasta llegar a cónsul en el año 90. Después fue gobernador de la Germania Superior, donde dio todo su apoyo a su cuñado Trajano al ser nombrado Emperador, que más tarde lo nombró gobernador de Panonia. Tantos favores se había ganado que llegó a estar posicionado para suceder como emperador a Trajano. La historia casi lo ha olvidado, pero estuvo ahí, en la pomada por la púrpura, pero al final se decantó por Adriano y no pudo ser. Aun así, lo encajó bien y tuvo buenas relaciones con Adriano, y en el 134 fue premiado con un tercer consulado. Adriano lo tuvo en cuenta como sucesor, pero al contar ya los 90 años lo consideraba demasiado mayor. Eso sí, tenía a un nieto, Lucio Pedanio Fusco Salinator, como posible candidato, pero al ser rechazado y al elegir en su lugar a Lucio Elio César, este impugnó su adopción con gran enfado y amenazó con dar un golpe de estado, lo que causó que Adriano lo condenara a muerte. Un mal final para una larga vida de éxitos y victorias para alguien que rozó el puesto de emperador.
Dentro de estos jóvenes funcionarios y generales que impulsaron a Trajano, podemos destacar a los hispanos: Lucio Licinio Sura, originario de Tarraco, tuvo una carrera meteórica, siendo cónsul en tres ocasiones, y que aseguró en su lecho de muerte que Trajano lo llegó a considerar para sucederlo. También estuvo Quinto Sosio Seneción, de origen bético, ascendió por los cargos de cuestor, tribuno de la plebe y pretor. Comandaría la Legio I Minervia, apoyando el ascenso de Trajano a emperador, recompensándolo con la gobernación de la Galia Bélgica y luego la de Mesia Superior. Murió poco después. Conocida fue su amistad con Plutarco, quien le dedicó varias obras. Sin duda, este primer siglo fue la edad de oro de los hispanos, tanto en literatura como al realizar el Cursus Honorum, donde los hispanos se integraron perfectamente en el imperio como los mismos itálicos, sin ninguna discriminación. Esto hizo grande al imperio, que le daría cohesión y estabilidad.
De Corduba tenemos también a Marco Aponio Saturnino, quizá de la familia de los Aneos. Gracias a la influencia de Marco Aneo Séneca, se impulsó en una gran carrera, llegando a gobernador de Moesia en el 69, donde venció a los sármatas, y procónsul en Asia. En el año de los cuatro emperadores, se unió al bando de Vespasiano junto a sus amigos los hispanos Gayo Dilio Aponiano, que fue gobernador de una provincia desconocida y cónsul sufecto, y Cayo Dilio Vócula, conocido por su labor como legado de legión durante la revuelta de los bátavos.
Mención especial tiene la familia de los Anios, que irían ascendiendo hasta colocar en la cima del imperio a cinco de sus miembros, entre ellos Marcus Annius Catilius Severus, más conocido como Marco Aurelio.